¡Hola queridos lectores, nuevamente los saludo con mucho gusto y les agradezco todos sus comentarios!
En esta ocasión quiero abordar un tema muy importante, se trata de una de las nuevas aplicaciones de la Psicología. Como todos sabemos, el psicólogo clínico en su más amplio sentido, se encarga de mejorar la salud mental de adolescentes y adultos, colaborando en la integración y correcto funcionamiento de la familia y de la pareja.
El psicólogo educativo o infantil hace lo propio pero con niños y el psicólogo laboral u organizacional se encarga del correcto funcionamiento y salud mental por decirlo de alguna manera, de las empresas,.
Pero existe un área de actuación, relativamente nueva, que es para muchos, quizá desconocida, pero que gracias a series televisivas como CSI, Mentes Criminales (Criminal Minds) y Huesos (Bones) entre muchas otras.
En las cuales se ha dado a conocer y en donde se puede ver el actuar del psicólogo en la resolución de un delito y ésta es precisamente una de las diversas funciones de la Psicología Jurídica, Criminal, Criminológica, Legal o Forense, como gusten llamarla, de hecho ha sido denominada de distintas formas desde su creación, hace ya dos o tres décadas.
Y esa, queridos lectores, es mi pasión y la especialización de la Maestría y Doctorado que tuve el gusto de estudiar en España, en la Universidad Complutense de Madrid.

Este interés me surgió cuando trabajaba en la Procuraduría para la Defensa y Desarrollo de los Pueblos Indígenas, allá por la década de los noventas, si, cuando bailábamos con Soda stereo, Café Tacuba, Maná y Timbiriche entre muchos otros.
Pues aparte de bailar al ritmo de estos grupos, también me dedicaba a recorrer todas las cárceles del Estado de Oaxaca, para identificar si había algún recluso que padeciera alguna enfermedad mental, y de ser así darle tratamiento y canalizarlo al Anexo Psiquiátrico de Zimatlán, en donde se encuentran, hasta hoy, los enfermos mentales que han cometido algún delito.
Trabajo por demás interesante y productivo, se mire desde donde se mire, ya que pude conocer las maravillas naturales y personales de nuestro estado de Oaxaca, la situación no tan maravillosa de nuestras cárceles y las mentes criminales más interesantes.
Así mismo me di cuenta de los escasos, por no decir nulos, instrumentos psicológicos para evaluar la capacidad delictiva o peligrosidad de un sujeto y fue entonces cuando decidí especializarme en ésta área de la Psicología.
Así pues, partí a España a la Universidad Complutense de Madrid, para estudiar la recién inaugurada maestría en Psicología Clínica, Legal y Forense, la cual abordaba la actuación del psicólogo en todos los procesos legales, ya sean penales, civiles, familiares, laborales, administrativos o canónicos.

Es decir en donde se juntan las togas negras y las batas blancas para la mejor solución y resolución de conflictos o procesos legales.
Voy a narrarles uno de los casos más sangrientos que me ha tocado analizar en mi peregrinar por las cárceles y reclusorios del estado de Oaxaca.
Se trata de un varón de cuarenta y pocos años, alto, delgado y desaliñado, que se encontraba en prisión por el delito de homicidio, si no recuerdo mal, en la cárcel de Jamiltepec, de esto ya hace casi 20 años, por lo que algunos detalles no son ya tan nítidos.
Pero lo que sí recuerdo perfectamente es su semblante, tranquilo, sereno, su actitud amable y colaborativa, y la tranquilidad con la que mientras me relataba su historia introducía un pequeño barco de madera e hilo dentro de un foco, labor por demás meticulosa.
Pues este meticuloso hombre de mediana edad, me contó con toda tranquilidad, como un día, después de trabajar en el campo, se fue a beber mezcal con sus compañeros de trabajo, y él asegura que llevaba un billete, creo recordar de 20 pesos.
Pero que se dio cuenta de que mientras bebían, uno de sus compañeros le tomó su billete, él no le dijo nada, sino que se esperó hasta que fueron a pagar al dueño del lugar donde se encontraban, y cuando les dicen el total a pagar, mi entrevistado
le dice a su compañero, “paga” a lo que el compañero contesta que no tenía dinero y entonces ahí el sujeto “se encorajinó” palabras textuales obviamente del narrador, y por tal motivo sacó su cuchillo y le propinó 42 puñaladas por todo el cuerpo y me dice:
“…es que doctorcita, aún con las 42 puñaladas seguía yo encorajinado, y pos entonces que le abro la panza y que le saco todas las tripas, pero seguía yo encorajinado y entonces pos que le corto los huevos y que se los meto en la boca, y aún seguía yo encorajinado, pero pos ya que más le podía hacer…”
Dicho esto, quedé yo muda obviamente, ya que era uno de mis primeros casos y no sabía realmente qué hacer o qué decir, con lo cual solo me salió un “ah” y entonces con toda su calma termina de meter el barquito en el foco y me dice, “tome, esto es para usted”.
Ese foco sujeto sobre un trozo de madera forrado de terciopelo naranja, fue a parar directamente a mi escritorio de la Procuraduría, y junto a él muchos otros regalitos que me dieron los reclusos que evalué.
Y gracias a ellos y a relatos como éste, es que me apasioné por la Psicología Criminal, queriendo conocer cómo es que una persona puede llegar a cometer un delito, cuáles son todas las variables que intervienen o qué relación hay entre la enfermedad mental y la delincuencia.

Así pues, la psicología criminal, jurídica, forense, legal o criminológica, como es también conocida, es la que trata de la actuación del psicólogo en los distintos procesos legales.
Trabajamos haciendo peritajes psicológicos para valorar la salud mental de un sujeto involucrado en un proceso penal por ejemplo.
O en los casos de derecho familiar valorando la idoneidad de los padres para la guardia y custodia de los hijos, o la capacidad de un testador o un enfermo mental para celebrar un contrato.
También actuamos en los casos de abuso y violencia sexual tanto en adultos como en menores, así como en la violencia familiar.
Es decir, somos una herramienta más del poder judicial para el mejor desempeño de la impartición de justicia.
Y trabajamos codo con codo con abogados, jueces, psiquiatras y criminólogos, entre otros profesionales, de forma multidisciplinar y con el mismo objetivo de prevenir y tratar la delincuencia.
¡No dudes en dejar tus comentarios o preguntas, estaré encantada de responderte!
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